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Borrador …
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Inaugurando puertos y cuerpos…
Todo reencuentro, avance o reedición (también conocido como “refrito”) nos anuncia que en la próxima esquina nos cruzaremos con un conocido y, desgraciadamente, con la rutina; tal encuetro da paso a ese mal sabor de boca que nos dice que la novedad no es otra cosa que un disfrute pasajero. El tiempo y la seguridad nos lleva a suponer que “no hay nada nuevo bajo el sol”; mas en nuestro contexto, donde una imagen vale más que mil palabras y donde el usuario tiene poco tiempo para no ahogarse con el caudal de información que por este medio encontramos, volver a empezar no es retroceder sino un avance tremendo.
He de aclarar, que esta renovación de imagen obedece más a un decisión personal que a la obligación de gustar a quienes me leen. No piensen que soy engreída, sólo, digamos, que cumplo con la premisa de autosatisfacción que hasta ahora ustedes conocen.
Escribir no es un ejercicio fácil. Primero que nada, no ha de ser considerado un ejercicio ya que escribir por encima de todo es un arte. Arte al cual por cierto, la admiración me ha conducido a respetar hasta los límites del miedo. Para quienes deseamos hacer de este arte un medio y un fin, escribir supone horas de negligencia y bolitas de papel en algún rincón de la habitación. Que si el estilo, que si el mensaje está bien planteado, que nuestra intención es clara, que si la historia, que si los personajes, etc… nadie te dijo que fuera fácil y nadie te advirtió que esta profesión no es para mediocres. A menos de que seas un genio superdotado, y todos sabemos que son de edición limitada, escribir es un acto de disciplina y mucha pero mucha, transpiración. Aquí la genialidad no nace, aquí se hace.
Pero, a pesar de las horas de angustia y frustración, de pensar que eres una mierda con tu sintaxis y tu redacción, hay quienes osan decir que escribir es sencillo. ¡Muéranse todos!. Escribir jamás se me ha hecho fácil, ni siquiera un título. Las ansias de la pluma sólo pueden ser saciadas con sangre, mejor dicho, con tinta, así que nadie vuelva a decirme que es sencillo, ya que una cosa es lo que pienso y otra lo que escribo.
Por ello, calmadamente, declaro que este viaje vuelve a comenzar y acá las vísceras pienso dejar.