09 mayo 2008

El erotismo como poder y dominio.

La Conquista Erótica de las Indias
El erotismo, el sexo, los tabúes y creencias se desarrollan en nuestra cultura enmarcados dentro de particulares periodos históricos. Sin civilización no puede existir el erotismo, y sin erotismo, energía sexual suprimida y alienada, no puede existir civilización. Junto a este panorama, en el siglo pasado Freud mostró al mundo la existencia, por encima delinstinto de vida, del instinto de muerte; ambos, Eros y el Tánatos habrán de coexistir en el hombre en un eterno enfrentamiento, sin decirnos al final, cuál de los dos ganará porque sus reinos son de igual poderío.
Muerte y Vida fueron hermanas durante el arribo del conquistador al impúber continente americano, aquellas tierras que se elevaron en el horizonte como el paraíso perdido y deseado, no tanto por su exótica belleza natural sino por el idilico sueño de que todo en él estaba permitido, incluso el instinto.
En La Conquista Erótica de las Indias, de Ricardo Herren, la historia cobra un matiz diferente, alejado del archiconocido estribillo educativo, caminos de mórbidas envestiduras donde el “colonizador”, esta vez no sólo de tierras sino de cuerpos, impone una nueva ley, un nuevo acto de una degenerada evolución donde la destrucción da paso a una nueva vida, al supuesto nuevo mundo.
En las estepas, el león más fuerte muestra su poder desterrando o matando al antiguo jefe y asesinando a sus cachorros, aún así sin importar lo ocurrido, las leonas servirán al nuevo rey quien pronto se apoderará de sus vientres con una descendencia propia. Como leones los españoles llegaron a este lado de la América para adueñarse de cuánto quisieron y de igual forma dejar su semilla dentro de los cuerpos de las indias. El que logre apoderarse del instinto sexual y de la lujuria podrá dominar al ser humano. El sexo es poder. Eso sí, no vale preguntarse por el amor, ese es el mayor invento civilizador de la historia.
En La Conquista Erótica... no podemos juzgar ni la moralidad española ni la indígena, acá el concepto de moral queda desechado, así como los tabúes y los dogmas sexuales. Recuerden que esto era el paraíso y como en el paraíso bíblico aún el pecado no estaba inventado.
La conquista no enfrentó solamente a Eros y a Tánatos, sino a toda la fuerza de una civilización Apolónica contra el lujurioso y tentador mundo Dionisiaco de la América descubierta, sin considerar que ambos serían muerte e inicio de un mundo nuevo. Lo curioso es que al final, y contra la herida que en estos días cierta concepción política quiere abrir, como para sacarle las últimas gotas de sangre y rencor que lleva consigo tras de 500 años de aquel día, Latinoamérica es el crisol donde convergieron para bien o para mal, lo bueno y lo malo de ambas culturas. Total, el color, el sabor y la pasión de nuestra sangre nadie no los quita.

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