11 julio 2007

Eclipse

Me volteo para darle la espalda a tu sombra,

de nada vale que trate de alcanzarte

pues tu aroma sigue desapareciendo

mientras mi almizcle regresa a su estado natural.

La brisa que azotó estas sabanas ha cesado,

mis manos empiezan a reconocer

los restos de una nueva batalla:

dos cuerpos cercenados yacen entre el polvo,

inmóviles, sólo el susurro de sus alientos

logra masticar las lágrimas y el sudor.

De repente, las cortinas se alzan,

un espíritu dorado

con espada de venganza

descarga su furia contra un secreto,

los ojos narran el pánico

de ser traspasados por un manto de hielo,

la piel gime a cada golpe.

La hora de la muerte ha llegado,

nadie ha de llevarme

sin sentir que he luchado,

la ropa en jirones

a mis enemigos he de dejar.

¡Cuán difícil es luchar contra el aire...!

El día desciende,

mis pupilas se abren

para darme cuenta de la mentira:

¿Cómo extrañar a alguien que jamás se ha tenido?

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